Jota llega a la ciudad para estudiar por fin su carrera, aunque ignora cuántas neuras le va a costar. Como a sus amigos, que a pesar de estar adaptados a la acelerada vida de la capital, también las sufren.
Guille pasa de comprometerse con algo, apenas sí lo hace con sus amigos, y prefiere ir de fiesta en fiesta y de tío en tío, descuidando sus estudios.
Ali cambia continuamente de curro, soportando jefes insufribles, contratos temporales y sueldos mini. Y a pesar de haber besado muchos sapos, aún cree en los finales felices.
Sofía se define como toda una lesbiana militante, aunque está harta del ambiente. El problema es que buscando al otro lado no le va mucho mejor. Se conforma con poder pinchar los fines de semana en el Spot para olvidar su otro curro en unos grandes almacenes.
Y en cuanto a Jota, digamos que enrollarte con tu profesor no es empezar con buen pie, pero enganchar una cita tras otra para olvidarlo, tampoco es un gran remedio.
